¿IA, cambios y toma de decisiones? tenemos que hablar de regulación emocional.

 

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Cada experiencia que vivimos nos genera una emoción. Comer, discutir, rendir un examen, visitar un lugar, quedarse atascado en el tránsito, besar a alguien, practicar un deporte, dormir; todo lo que hacemos genera una respuesta emocional. Las emociones son el lenguaje a través del cual experimentamos el mundo. No saber lo que sentimos es como navegar sin brújula en un mar de experiencias; nos deja vulnerables a ser arrastrados por corrientes de emociones no reconocidas y mal gestionadas.

Podés hablar inglés, francés, portugués, chino, ruso y todos los idiomas que se te ocurran, pero si no entendés el idioma de las emociones, serás un analfabeto emocional en todas las lenguas que hables. Creo firmemente que el lenguaje emocional debería ser una asignatura obligatoria en todas las escuelas.

Pero, ¿qué es la regulación emocional? Es nuestra capacidad para manejar y responder de manera saludable a todas las emociones que nos generan nuestras experiencias cotidianas. Esta habilidad es fundamental para nuestro bienestar mental y emocional, para poder vivir nuestras vidas de manera más equilibrada y armoniosa.

Desde una perspectiva científica y cognitiva, la regulación emocional incluye tres aspectos claves y muy simples: Reconocer, entender y gestionar las emociones. 

  1. Reconocer qué emoción estoy sintiendo: Si sabemos qué sentimos, lo podemos manejar. Si no sabemos lo que estamos sintiendo, tenemos un problema. Y cuando digo saber, significa entender, por ejemplo, la diferencia entre tristeza, odio e ira.

  2. Entender por qué estoy sintiendo esa emoción: Poder interpretar el significado de nuestras emociones, por qué se generaron y entender cómo se relacionan con nuestros pensamientos, acciones y el contexto en que surgen.

  3. Gestionar la emoción: o sea, saber expresar, modular y si es necesario transformar esa emoción en algo saludable. Esto no significa suprimir o reprimir lo que sentimos, se trata de encontrar formas constructivas de responder a nuestras emociones, lo que nos permite tomar decisiones más informadas y equilibradas.

La regulación emocional no es una habilidad innata, sino una que se desarrolla y perfecciona a lo largo de la vida. 

Impacto en la toma de decisiones. 

Las emociones juegan un papel crucial en cómo tomamos decisiones. Básicamente porque una buena regulación emocional nos permite considerar diferentes perspectivas y tomar decisiones más equilibradas, en lugar de reaccionar impulsivamente. De ahí viene, en parte, lo que llamamos de Inteligencia Emocional. 

Al entender y practicar la regulación emocional, no solo mejoramos nuestra salud mental y relaciones interpersonales, sino que también nos preparamos para afrontar con mayor eficacia los retos de un mundo en constante cambio. Esta habilidad nos ofrece la fuerza necesaria para adaptarnos y prosperar en el futuro, reconociendo y valorando las emociones como una parte integral de la experiencia humana.

En la era de la Inteligencia Artificial y la transformación tecnológica, estas habilidades emocionales se convierten en un baluarte de nuestra humanidad, fundamentales para diferenciarnos de las máquinas y mantener nuestra esencia.

Los avances científicos en neurociencia y psicología cognitiva respaldan esta afirmación, demostrando cómo nuestras habilidades emocionales afectan directamente el funcionamiento del cerebro, influyendo en nuestra percepción, memoria y toma de decisiones. En este sentido, cultivar y afinar nuestra inteligencia emocional es más que una habilidad personal; es una inversión en la preservación y enriquecimiento de nuestra identidad colectiva en un futuro cada vez más dominado por la Inteligencia Artificial.

Nicolás Ferrario
Talk2U & National Geographic Explorer

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